Si pensando no produzco, me pongo a hacer.
Porque el hacer me da la satisfacción de saber que estoy en marcha.
Y solo,
va surgiendo el resultado no siempre esperado,
cuando desde la acción se dispara el pensamiento.
El camino inverso sería el principio de la parálisis.
No dejo de hacer aunque no sepa hacia dónde voy,
porque sólo llegaré donde sea, trabajando;
y el pensamiento se construirá a partir de la acción.
Ambos serán una sola expresión, inseparable y única: yo.